La sombra
La sombra es ese lado oscuro... que muchas veces nos hace sentir vergüenza de nosotros mismos por comportamientos no muy agradables.
Paradójicamente, puede ser una de nuestras partes más auténticas. Sí, esa sombra que encubre ese otro lado menos amable de la personalidad, eso que disfrazamos —a veces— de sonrisas, buenos modos y hasta de hipocresía bien educada socialmente, es la parte más auténtica y más poderosa de nosotros mismos. Su cubil es el inconsciente que, en su propia etimología, es lo no conocido, lo no consciente, lo que está por debajo del consciente.
Cuando la sombra aflora todo se viene abajo en nuestros modales, educación y buenas maneras. Sale el monstruo que llevamos dentro y... los ignorantes de la verdadera psicología humanoide se sorprenden y exclaman: «¡Caramba, ¡qué genio tiene!... ¡con lo pacífico que parecía!».
Pero si uno no puede a veces controlar esos arrebatos, al menos hay que tener coraje y humildad para reconocerlo y dar las gracias a la sombra y decirle: «Gracias, sombrita mía, me estás dando una magnífica oportunidad para saber cuánto me falta aún para alcanzar ese equilibrio, esa paz y esa sabiduría que tanto anhelo».
Y más: «Sombrita mía, si tienes tanto poder para hacerme un energúmeno a veces, por favor, ¿podrías echarme una mano para utilizar esa misma energía para irme dulcificando, apaciguando y permitir que tenga calma y sosiego en mi interior y que los 'idiocios' y similares no tengan el poder de hacerme enojar?».
Públicamente reconozco y agradezco a mi ¿sombrita?... ¡no! más bien ¡sombraza! una cosa: en los últimos años estoy consiguiendo, gracias a la energía y poder que ella me transmite, aparentar, al menos en la superficie, calma, buenos modales y hasta aparentar, también, ser un 'maestro' no sé de qué.
¿Un consejo?... reconcíliate con tu sombra por la cuenta que te trae. Como ya escribió el gran Carl Gustav Jung, el arquetipo sombra es el aspecto inconsciente de la personalidad caracterizado por rasgos y actitudes que el 'Yo' Consciente no reconoce como propios. Y añade:
«La figura de la sombra personifica todo lo que el sujeto no reconoce y lo que, sin embargo, una y otra vez le fuerza, directa o indirectamente, así por ejemplo, rasgos de carácter de valor inferior y demás tendencias irreconciliables».
Porque, continúa:
«La sombra es... aquella personalidad oculta, reprimida, casi siempre de valor inferior y culpable que extiende sus últimas ramificaciones hasta el reino de los presentimientos animales y abarca, así, todo el aspecto histórico del inconsciente... Si hasta el presente se era de la opinión de que la sombra humana es la fuente de todo mal, ahora se puede descubrir en una investigación más precisa que en el hombre inconsciente justamente la sombra no sólo consiste en tendencias moralmente desechables, sino que muestra también una serie de cualidades buenas, a saber, instintos normales, reacciones adecuadas, percepciones fieles a la realidad, impulsos creadores, etc.».
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