Terremoto en México, arriba México

Tiembla México y mi corazón se entristece... pienso en mis amigos de esas latitudes, en los mexicanos y me hago cargo del dolor y angustia que están pasando... es terrible... y no es solidaridad intelectual ni por quedar bien como se hace en esto casos... les acompaño en estos momentos con mi propio dolor, evocado desde un pasado que emerge con virulencia y me desborda ahora en estos momentos.
La fuerza bestial de la naturaleza ciega está hiriendo y matando a tantos seres humanos... Sí, hace muchos años ya, entonces yo tenía 8 años, vivía con mi familia en una casa de cuatro paredes justas y un tejado tan precario que las tejas del mismo para no ser barridas por los vientos bastante feroces que asolaban el monte donde "sabiamente" mi progenitor había construido la casa. Eran mantenidas por unos tremendos pedruscos o rocas que, si tenías la mala suerte de que una de ellas se caía encima tuyo, probablemente te enviaba al otro mundo sin tiempo para pensarlo. Una casa de papel. Al fin y al cabo, para la orografía y situación de cara a las inclemencias del tiempo no permitían garantías de nada.

Y aunque no es comparable diré que debido a un tremendo vendaval que se levantó cierto amanecer, se nos derrumbó la casa encima, nos pilló dentro a mí, a mis dos hermanos de 6 y 3 años, y a mi madre que, justo iba a hacer la cama antes de salir a realizar la compra… Sí, dentro… 
Mientras caían terribles pedruscos, tejas y paredes, o sea, ladrillos que no resistían el viento, durante unos segundos que a mí se me antojaron siglos, sentía la violencia desatada por el viento caer sobre mí y mi familia, estaba esperando el golpe final… pero, al cabo de esos “siglos” de espera, se hizo el silencio, nadie decía nada… al rato voces y gritos de los vecinos llamándonos y quitando piedras, ladrillos, tejas y los pocos inmuebles que teníamos que se habían desmoronado encima de nosotros.
Como no decíamos nada, ni nos quejábamos ni llorábamos ni nada. Al principio pensaban que estábamos muertos… al pronto escuché la voz del cura del pueblo que, con la sotana remangada, se había adelantado a los demás intentando rescatarnos del fondo de ese montón de escombros… la angustia fue menguando ya que afortunadamente salvo rasguños y moratones estábamos vivos. 
Al desplomarse un armario se había quedado sobre la pared de enfrente donde mis hermanitos y yo estábamos, yo pintaba o dibujaba… debajo en el hueco justo quedamos nosotros… eso nos salvó. 
Mi madre fue la que se llevó la peor parte, solo quería sacarnos de allí y curiosamente y con una gran energía ayudaba a los vecinos, reverendo incluido, cuando todos estuvimos a salvo un vecino le advirtió: “Mira, tienes un clavo atravesando tu pie”. Era un clavo de esos de hierro grandes que se colocan en las vigas de construcción atravesando desde debajo de la planta del pie y saliendo por encima… dejando un charco de sangre. Pero estaba tan identificada con salvarnos a nosotros que ni se había percatado de su grave herida. Cuando lo advirtió y vio que estábamos a salvo, se derrumbó. Instintivamente había desplazado la atención hacia el exterior… algo parecido se realiza en trance hipnótico para las disociaciones y analgesias.
Quiero enviar un fuerte abrazo solidario con mis hermanos mexicanos y con todos los que estén pasando estos momentos de dolor y angustia… adelante amigos, mi solidaridad y todo mi cariño con vosotros…



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