"Vocatus..."


Carl Gustav Jung, uno de los padres de la psicología moderna que fue discípulo de Freud, tenía sobre la puerta de su casa grabado en piedra el siguiente adagio latino:
‘Vocatus atque non vocatus, Deus aderit’.
Se le llame o no se le llame, Dios está presente. Algo así podría ser la traducción de esta frase.
Me la habréis oído y leído muchas veces, porque es una de las frases que uso a menudo.
Esta frase que Jung hizo suya sobre la puerta de su casa venía recogida en una recopilación de 800 adagios publicada por Erasmo en el año 1500 (Collectanea Adagiorum) que, al parecer, fue una de las sentencias del Oráculo de Delfos a pregunta de los espartanos en el contexto de la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) que mantenían contra los atenienses.


De modo que Dios está siempre presente…
Mucha gente cree en Dios, en el Universo como fuente que crea el mundo de las formas y rige los designios de la Humanidad. Probablemente es, junto a la creencia en la reencarnación, el pensamiento más ancestral que posee el ser humano.
Vivimos tiempos en los que se mezclan el materialismo y el cientifismo con los dogmas y creencias espirituales.
Unos adorando al Dios espíritu, al que no ven, ni pueden oír, tocar u oler… adoran imágenes de barro, madera, hierro o piedra que, dicen ellos, representan a Dios en sus múltiples aspectos, masculino, femenino, neutro… Se postran de rodillas ante una imagen creada por ellos mismos y le piden favores, alargamiento de vida curando alguna enfermedad…
Siempre pidiendo y nunca o casi nunca, dando. Y nos hacen creer –con sus libros inspirados por ese Dios, que sin embargo ha escrito un mortal– que Dios les ha hablado y les ha dado tales o cuales mensajes.
Jung ante la puerta de su casa.
¿Podemos nosotros, padres –quien lo sea– crear con nuestra mujer un hijo al que después de por vida le exijamos adoración y, si no la cumple le enviamos al infierno?¿Existe algo así?
¿Podemos nosotros y sería ético decirle a nuestro pobre hijo: “Predica a quien veas por ahí, hereje o infiel, háblale de mí y que debe rendirme adoración y sumisión y, si no se doblega, córtale el cuello”?
¿Podemos entender que un padre, simple mortal, haría semejante acto más propio de un chiflado que de un ser humano medianamente equilibrado? Dicen que estamos en tiempos de evolución de la Humanidad, de desarrollo científico y extinción de falsas creencias y mitos trasnochados, propios de humanidades atrasadas y no evolucionadas como nosotros. Dicen que somos seres superiores en desarrollo mental, intelectual y moral, que somos los Homos Sapiens Sapiens… ¿es de ser inteligente creer en dios alguno que no sea el materialismo científico al uso? ¿Es de gente inteligente y sabia cambiar al Dios espíritu por el Dios materia? ¿Qué diferencia hay?
Antes se adoraba (se sigue haciendo) a una estatua de Cristo o la Virgen… ahora el materialismo científico adora al Lenin o dios comunista embalsamado en una urna que recibe miles de visitas. Otros más retrógrados aún, se dan de cabezazos sobre muros milenarios de piedra. El colmo del desquiciamiento supuestamente religioso es tumbarse varias veces al día en dirección a un lugar donde simplemente hay una extraña roca cubierta por un manto al que rinden pleitesía millones de sumisos dispuestos a rebanarte el cuello si eres infiel.
Las guerras más crueles y sangrientas se han realizado y se siguen haciendo en nombre de estos conceptos o creencias, llámese Dios, Alá o Yahvé…
Y como yo soy un tipo medianamente inteligente y tengo todavía capacidad de reflexionar y porque he tenido algunas “experiencias paranormales”… sé y no necesito creer por lo tanto. “El que tiene “fe como un grano de mostaza no necesita creer”.
Sé, repito, que somos algo más que un cuerpo y un cerebro.
Albert Einstein decía que la ciencia es el pensamiento de Dios.
Ciencia y Dios, ¿acaso no hablamos en el fondo de lo mismo? Cada individuo de diferente bando, enarbolan ambos nombres –puros constructos en el fondo– con igual fanatismo o como dogma de fe.
He visto pasar cerca de mí a una perrita recién parida con tremendas ubres, esquelética y sedienta de sed… casi tambaleándose buscando sombra, agua, comida… cerca de un restaurante donde los miserables que adoramos al dios materia, al dios ciencia y al dios espíritu que se empeña en degollarnos a todos si no le calmamos su megalomanía sedienta de sangre, nos damos al deporte nacional preferido: engordar nuestra panza con suculentos manjares.
 O sea, si no soy capaz de alimentar a una pobre perrita escuálida y abandonada por el irresponsable de turno (la he buscado llevándole comida y agua pero ya no estaba), ¿cómo voy a ser capaz de pensar, reflexionar y comprender a Eso que por su propia naturaleza (el Agnostos Tehos de los sabios griegos) es incognoscible, inabarcable en su propia naturaleza? No, hace tiempo que no creo en el hombre, menos en su ciencia, y me parece patética su idea de dios…
¡Ah!, pero sé como ya dijo Jung; Vocatus Atque non Vocatus, Deus Aderit…
Y con eso tengo bastante. No necesito nada más en este atardecer del 5 de julio de 2017 a las 18.11 horas…

2 comentarios:

  1. La aventura de autodescubrimiento no solo viene de indagar en la mente, si no en las fuente de sabiduria, pero pocos se daran cuenta, que hay detras de lo que no vemos, conocer la sombra que decia Jung en sus libros, y interpretar los sueños, es algo que ayuda a las personas a despertar,a despertar cosas internas, que se hacen presentes en la hipnosis, y tambien en las regresiones, pero eso camino se puede hacer guiado, Horacio, espero algun articulo sobre el tema de las regresiones, seguro que muchos seguidores, te lo agradeceran

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  2. He escrito mucho sobre ellas, pero prepararé uno nuevo... ;)
    Un saludo.

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