Cuando os hablo de que yo mismo soy el primero en practicar y trabajar la Hipnoterapia no es una exageración.
Un sencillo ejemplo de cómo lo hago.
El viaje a México fue largo. Transbordos, trenes, metro y autobuses, tirando de las maletas pesadas como el plomo, llegué a México después de unas 20 horas de viaje. A cierta edad, el cuerpo ya no está para muchos trotes. Para complicarlo más, el cambio de huso horario, con siete horas de diferencia respecto de España. Hasta que uno se aclimata y se recupera, el primer afectado es el ritmo del sueño, muy afectado por la edad y el largo viaje: insomnio y poco descanso. Apenas se logra conciliar el sueño reparador necesario en estos menesteres. La actividad es altamente estresante, se requiere energía y esa actitud de autoconfianza y seguridad en uno mismo para las entrevistas de radio, TV, prensa, charlas, cursos, congreso, etc.
Y la prueba de fuego, estar frente a frente a esos seres que van a poner a prueba tu capacidad de instruirles en estas materias de delicado desarrollo y asimilación (esa mágica cadena hasta lograr lo que decía Jung: “El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas; si hay alguna reacción, ambas se transforman”).
Gracias a la práctica de autohipnosis que yo realizo diariamente y por la noche, bien aplicada con todo el ser bio-psico-social-espiritual de que soy capaz, he logrado compensar estas carencias, recuperar energías y seguir dando tarea a mi inconsciente para que me reporte toda esa sabiduría que, según el maestro Zen Deshimaru, reside en su interior, la verdadera sabiduría e intuición.
De eso se trata, de predicar con el ejemplo.
Maestro sin duda eres un ejemplo a seguir y realmente altamente congruente. "Al final solo se tiene todo lo que se ha dado"
ResponderEliminarMi mas grande cariño
Mary
Cierto, todo lo que no se da, se pierde.
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