Si hablamos de un/a profesional de la psicoterapia (clínico o alternativo) debería tenerse en cuenta: después de un tiempo prudencial y razonable, hay que volver a ver al/la cliente para evaluar el nivel avanzado, el logro conseguido…
Es decir, ¿qué signo de reconocimiento tiene para evaluar el progreso? ¿Un problema enquistado en el disco duro del ordenador-cerebro durante años, es factible solucionarlo o sanarlo en unas dos horas simplemente? Y, si cabe, otra pregunta más importante que ésta: ¿es aconsejable para el equilibrio-economía psicosomático hacerlo en tan corto espacio de tiempo? ¿Qué desequilibrios podrían acontecer? ¿Es consciente el/la “terapeuta milagrero/a” del desequilibrio que puede crear en el resto de la estructura psicológica del individuo?
Y no olvidemos la resistencia, que siempre aflora en toda psicoterapia mínimamente seria, práctica, científica… ¿es tenida en cuenta, aflora en este tipo de terapia milagrera de dos horas?
Un/a terapeuta profesional, clínico/a o no, si tiene un mínimo de madurez y conocimiento práctico de la psique humana y si tiene un mínimo de altura moral e intelectual, jamás venderá terapias milagreras con las que sanar algo en una par de horas. Todos estos errores se solucionan cuando el/la terapeuta milagrero/a tiene la honradez y madurez suficiente para hacerse él/ella antes su propio psicoanálisis o hipnoanálisis con un/a profesional competente.
Ahora bien, meditemos un momento: si tenemos defensas inconscientes, ello se debe a que en un momento dado de nuestra vida nos fueron indispensables para sobrevivir. Así pues, ellas (las resistencias) son la señal de una adaptación apropiada a una situación dada. En su tiempo fue útil, tal vez ahora ya no.
El hecho de que resulten obsoletas exige un reajuste a una situación que ha evolucionado, pero no cuestiona a la persona en su ser total. Hay áreas que funcional mal o limitadas, y otras áreas en la persona funcionan perfectamente…
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