Hablar sobre hipnosis (y III)

He tenido y tengo amigos/as, clientes, ¿pacientes…? Bueno, “personas” un poco entradas en edad, de entre 50 y 70 años. Excelente edad para ser depositarios de cierta experiencia-sabiduría, ¿no es cierto?
Bien, vienen a mi consulta y un porcentaje elevado, en el fondo, no saben cuál es verdaderamente su problema. Creen, dicen… pero la exploración que a continuación realizamos evidencia que no saben realmente la causa del problema que les trae; otros sí, pero no saben cómo solucionarlo (lógico, de saberlo no vendrían a verme a mí para lograr estrategias que aplicar en el contexto apropiado para mejorar su calidad de vida…
¿Curarles yo? ¡No puedo ni sé! No puedo ni debo asumir esa responsabilidad.

¿Sanarles?, bueno, eso un poquito sí. Pero, sinceramente, yo al estilo del maestro Erickson soy como un simple artesano que enseña qué hacer y cómo hacerlo. Pero el resultado, según trabajo y esfuerzo hecho, depende del que hemos enseñado, instruido y aconsejado.
Últimamente me vienen "personas" un poco adultas ya. Por afinidad a mi edad, diré medio en broma que estamos casi en la pubertad, porque con 64 años soy un chaval de espíritu. Y quieren que con una reunión de tres horas, por ejemplo, les resuelva el problema de toda su vida. Algunos/as salen un poco decepcionadas. Sea como sea, muestran una inmadurez que evidencia sus pocas habilidades para llevar una vida plena y feliz que, creo yo, deberíamos tener ya a esta edad.
Aceptemos en principio que el que se arroga la potestad de poder ayudar a otros terapéuticamente es por dos razones:

  1. Es un experto en conocimientos según materia que dice tener y conocer para sanar al prójimo que, confiando en él/ella, le está pidiendo consejo y ayuda.
  2. El paciente se ha de asegurado que el terapeuta se caracteriza por haber realizado él su propio psicoanálisis o está comprometido en ello. Repito aquello de que “Nadie puede llevar a nadie por un sendero que no haya transitado él antes”.
Bueno, estas son mis reflexiones al día de hoy, a finales de marzo de 2016. Sigo respirando y sigo amando a mis seres queridos. Y a los que no puedo amar, al menos intento no odiarles porque “el que odia a alguien se hace daño a sí mismo, destila su propio veneno”.

2 comentarios:

  1. El médico no cura, el médico receta y cobra.

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  2. Suele pasar que mucha gente, cuando va a una terapia de hipnosis, piensa que le van a tocar con una varita mágica o como si le dieran una pastilla al estilo Matrix, salga con otra percepción y entendimiento completamente cambiado y mejorado, con su simple chasquido. Una cosa es ayudar a transitar y otra distinta la transformación, efectuada por el paciente pacientemente, mediante el análisis y entendimiento de si mismo, guiado por el buen terapeuta.
    Por suerte, hay de todo en este mundo.
    Saludos

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