Es extraordinaria la vida de Milton H. Erickson. Lo que realmente llama la atención en ella es la adecuada utilización de ese factor humano llamado sufrimiento. Es de suponer que este no fue elegido voluntariamente. Es decir, no procuró intencionalmente tal sufrimiento como componente de su vida. Pero sí supo extraer del mismo la experiencia humana más enriquecedora que le permitió situarse más cerca de sus pacientes.
Milton H. Erickson nace con el siglo, en 1901, y muere el 27 de marzo de 1980. Tenía setenta y ocho años. A pesar de su formación académica, siendo médico psiquiatra, resulta importante recordar que es autodidacta en cuanto a sus estrategias en psicoterapia, esencialmente con el uso de la hipnosis.
No son, por cierto, los estudios de medicina ni su especialidad en psiquiatría lo que puede mostrarnos el sentido de su relación con la enfermedad. Este sentido fue adquirido por Erickson básicamente por la vía de la práctica, pero también mediante un sentido profundo de la acogida y la observación. Su conocimiento del sufrimiento humano y de las dificultades emocionales o de relación en las que pueden quedar bloqueados los pacientes no le eran ajenos en absoluto. Por primera vez a los diecisiete años y, más tarde, a los cincuenta y uno, se vio afectado por ataques de poliomielitis que le imponen largos períodos de inmovilidad, a los que hay que sumar los de rehabilitación. En el transcurso del primer ataque estuvo a punto de morir, pudiendo describir más tarde el modo en que tuvo que movilizar sus fuerzas vitales para superar aquella situación.
Los ejercicios y las visualizaciones que concibió espontáneamente, con el propósito de sobreponerse a aquella dolencia, conformaron a uno de los padres fundadores de la visualización-simbolización, teoría que más tarde sería de gran peso respecto a la considerable cantidad de modelos que le siguieron.
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