La psicología cognitiva-comportamental analiza los estados hipnóticos con metodologías que no pueden hacer otra cosa más que coincidir con sus previos supuestos teóricos.
Si aplicamos a estos investigadores el viejo refrán de “Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con el que se mira”, creo que tenemos la respuesta a la actitud mitómana y dogmática de estos perillanes académicos.
Si aplicamos a estos investigadores el viejo refrán de “Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con el que se mira”, creo que tenemos la respuesta a la actitud mitómana y dogmática de estos perillanes académicos.
Porque está claro que las funciones cerebrales cambian en hipnosis, tal y como han demostrado las investigaciones realizadas con Resonancia Magnética Funcional, Electroencefalograma y Electrocardiograma.
Además, las últimas investigaciones psico-neuro-bio-fisiológicas (Dra. Helen Crawford, Universidad de Virginia en Estados Unidos) realizadas sobre los correlatos biológicos del estado hipnótico son unánimes: el estado hipnótico produce cambios en la actividad cardíaca, aumento de la actividad de las ondas cerebrales Alpha, disminución del tono muscular y una clara diferencia de los dos hemisferios cerebrales con predominio del hemisferio derecho.
Estamos ante pruebas evidentes de que el estado de trance hipnótico está asociado muchas veces -aunque no siempre- a cambios en las respuestas físicas. Para una mayor evidencia de estos procesos, conviene repasar las investigaciones del Dr. Etzel Cardeña.
La palabra o concepto “trance”, que pone nerviosos a los psicólogos clínicos en general y a los cognitivos en particular, es un estado complejo y discutible de evidenciar si nos atenemos a respuestas objetivas físicas, pero si hablamos de psicología es evidente que la hipnosis es un verdadero estado de trance. Esto es evidente y demostrable.
La etimología de la palabra “trance”, tal y como señala el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, proviene del latín transīre: transitar, transportarse, cruzar, pasar por encima. Merece la pena también detenerse en los múltiples significados de su parónimo “entrada” (relacionado con umbral, conducto, portal y canal).
Las experiencias conocidas como “caer en trance” o “entrar en trance»” se refieren a un mecanismo psicológico en el que la persona se abandona a ciertas condiciones externas o internas y experimenta un estado de conciencia diferente. Los estados de trance son acompañados casi siempre por modificaciones cenestésicas y neurovegetativas. Esto es evidente para cualquier profesional que practique con regularidad, sobre todo sobre sí mismo. Aquí está la clave, los psicólogos clínicos –salvo excepciones– no practican la hipnosis, no pasan de lo experimental (con otros) a lo experiencial (sobre sí mismos, autohipnosis).
Sivananda, un gran maestro de yoga, solía decir que una hora de práctica diaria de meditación vale más que mil horas de teoría y especulación.
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