Nuestro yo más mezquino

Cuando los contenidos del inconsciente son integrados y asumidos en el consciente, se va conformando la individualidad, el Self (el Uno) como Jung define a la propia individuación. En este proceso de individuación de la psicología de Carl Gustav Jung se tiende hacia el centro superior de la psique, es decir, al Sí-Mismo.
Para ello, el Yo, nuestra conciencia o consciencia, va ampliando su autoconocimiento e integrando los diversos arquetipos que configurarán su personalidad total. Esto presupone la multiplicidad del yo o sub-personalidades, que era como Jung definía a ese lado plural y no singular del individuo.
Por lo tanto, desde la psicología jungiana y otras afines —especialmente las doctrinas psicológicas más antiguas—, el individuo no es un ser logrado, integrado y unificado en un solo Yo, sino que hay muchas partes que lo constituyen: por eso se habla de la máquina humana y de los múltiples yoes que nos constituyen. 
El primer arquetipo que debe ser integrado es lo que Jung denominó como sombra. Esto supone —al comenzar conscientemente el proceso de individuación— reconocer y vivenciar los contenidos de nuestro inconsciente personal, porque percibir la sombra es como mirarse en un espejo que nos muestra los recovecos de nuestro inconsciente personal.
Aceptar la sombra es aceptar el ser 'inferior' que habita en nuestro interior. 
Porque la sombra que todavía no ha sido integrada en la conciencia origina multitud de proyecciones. Dicho de otro modo, la sombra proyectada es la causante de la gran mayoría de los actos cotidianos en los que la intercomunicación es obstruida por 'ruidos' psíquicos. Acusamos a los demás de defectos que anidan en nuestro interior y que no nos gusta reconocer como tales. 
Así que ya queda dicho y recojo parte de los planteamientos junguianos: hay que tener sumo cuidado para no proyectar nuestra propia sombra de un modo harto vergonzoso, transfiriendo sobre los demás aquello que es notorio como lado menos amable y menos aceptado socialmente en nosotros mismos. 
No admite discusión que es en nosotros mismos, precisamente, donde con mayor frecuencia y con mayor realidad percibimos las cualidades de la sombra, siempre que estemos dispuestos a reconocer que nos pertenecen. 
Así, por ejemplo, cuando nos sobreviene una explosión de rabia; cuando bruscamente comenzamos a maldecir o a conducirnos groseramente; cuando, del todo en contra de nuestra voluntad, actuamos de un modo antisocial; cuando nos comportamos ruinmente, con mezquindad o aparecemos coléricos, cobardes, frívolos o hipócritas: entonces desplegamos cualidades que en circunstancias ordinarias ocultamos o reprimimos cuidadosamente y cuya existencia nosotros mismos ignoramos. 
La sombra es la parte inferior de la personalidad. La suma de todas las disposiciones psíquicas personales y colectivas, que no son vividas a causa de su incompatibilidad con la forma de vida elegida conscientemente y se constituyen en una personalidad parcial relativamente autónoma en el inconsciente con tendencias antagónicas.
Acabo con la idea clave: hay que reconocer y vivenciar los contenidos de nuestro inconsciente. Mirar a la sombra y ver nuestros recovecos. Y aceptarlos. Aceptarnos.

Créditos de la fotografía: [ changó ] via Compfight cc

4 comentarios:

  1. Así es, solo reconociendo tus imperfecciones, todo lo que los demás te reflejan, puedes lograr que tu interior, tu inconsciente, empiece a sacar y mostrarte todo lo que rechazas en los demás, pero que en realidad eres tu quien lo hace, solo viéndote puedes eliminarlo de ti, eliminar tu sombra, pues no puedes eliminar lo que desconoces, tu interior o inconsciente te mostrara lo que hiciste y también a que miedo, a que herida, a que orgullo esta unido y te hacia reaccionar así, volver consciente lo inconsciente es limpiarte por dentro, y para ello debes primero reconocer tus fallos, después permitir que se muestren tus historias, tus vivencias, verte actuando, y ver que te hizo comportarte así, ver que solo fue tu interpretación, que solo fue tu miedo, que solo fue ilusión proyectada por el ego.

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    1. En efecto querida Susana, las cosas se entienden con el intelecto, se sienten con el corazón y se realizan en la acción, en los actos...asi es, ha sido y probablemente será...un abrazo
      Horacio R.

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  2. La sombra en ocasiones puede ser como una droga. Que activa aquello que escondemos en nuestro subsconciente. Siempre que guardamos dolor,angustia. Sale derrepente sin experarlo la sombra. Por eso cada vez mas en los procesos donde se trabajan desde el lado terapeutico encontramos mayores resistencias a descubrir que es lo que no queremos ver. Entonces en ese momento saldra a la luz todo aquello que no percibimos de nuestra psique

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  3. En toda psicoterapia antes o después, emerge la llamada resistencia. Es la parte que ofrece resistencia al cambio, que intenta mantener la conducta o hábito que intentamos modificar, lo curioso es que esta resistencia está generada por la "parte responsable de la conducta a cambiar cuya intencionalidad es buena, quiere siempre lo mejor, aunque no siempre lo consigue...se equivoca en la forma más no en el fondo"... buen comentario Miguel...

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