En
este texto que ahora comienzas, amable lector, quiero plantearte un
acercamiento a la reencarnación como una alternativa natural y antropológica
ante el fenómeno de la muerte.
Cientos
de millones de personas en este mundo creen que se muere para volver a nacer.
Cientos de millones de personas pueden equivocarse, es cierto, pero también
pueden estar en lo cierto. Reconozco que lo más fácil es imaginarse paraísos
tras la muerte, praderas eternas donde abunda la caza y el sexo en solaz, sin
sombra alguna de pecado… es una idea sugerente, que gratifica con un
maravilloso futuro en contraposición con los sinsabores que tiene esta vida.
Pero,
a pesar de esos conceptos de paraíso post mortem, las creencias en la reencarnación
mantienen su buen número de defensores. ¿Por qué el hombre se empeña en esta idea
de la reencarnación? ¿Por qué siente la necesidad interna de purificarse y
mejorar a través de sucesivas reencarnaciones?
Como
decía el doctor Fernando Jiménez del Oso, en nuestra sociedad occidental de
tradición católica, la Iglesia ha jugado un papel decisivo para afianzar un
tipo de educación social que niega la posibilidad de la reencarnación.
Pero existe
otra posibilidad, ya que, si dejamos de lado la citada educación judeocristiana (según cómo se entiende ésta en
los estamentos oficiales), podemos hablar de la reencarnación como una
alternativa natural, antropológica, frente al fenómeno de la muerte.
Cuando
en Occidente hablamos de un despertar de lo oculto, no se está hablando de una
moda, de un entretenimiento para la sociedad burguesa, sino de algo mucho más
profundo. Es como un redescubrimiento, toda vez que la estructura eclesiástica
(no confundir con el cristianismo), con su montaje de concilios y demás
vulgaridades, ha terminado por dejar un vacío hasta ahora llenado
artificialmente. La verdad del hombre está dentro del propio hombre, en sus
impulsos y tendencias, en sus deseos y
esperanzas.
Por
eso, Jiménez del Oso acababa animándonos a todos a “reconsiderar la
reencarnación, a someterla a análisis en lo histórico y escuchar el eco interno
que su hipótesis nos produce”.
Y por
eso, como hipnoterapeuta, considero fundamental la herramienta de la hipnosis
para esta reconsideración, para este nuevo acercamiento a la reencarnación.
Está claro que hablo de regresión mediante hipnosis, de
una regresión en el tiempo mediante trance hipnótico hasta posibles vidas
pasadas.
Son
muchas y variadas las formas de enfocar teóricamente esta regresión a vidas
pasadas.
La perspectiva
transpersonal ofrece las visiones más interesantes a la hora de investigar o
contemplar la posibilidad de vidas anteriores. Y repito lo ya dicho en otras
ocasiones, es decir, téngase en cuenta que lo que me parece realmente
importante es la realidad psicológica de lo que aportan esas supuestas vidas
pasadas al presente, puesto que me parece muy secundario (aunque despierta mi
curiosidad) si el hecho físico histórico descubierto en la regresión es cierto
y comprobable.
Porque
deseo evitar la discusión sobre la realidad o no de la reencarnación, que me
parece una pérdida de tiempo desde el punto de vista de la terapia y que me
parece comparable al intento de demostrar la existencia o no de Dios, dicho de
otro modo, algo que pertenece más a bien a la teología, a lo metafísico. Y, obviamente,
éste no es más que un humilde blog sobre los usos terapéuticos de la hipnosis.
Si
hago uso de la regresión hipnótica como terapia es porque he comprobado que
ayuda al crecimiento personal del paciente, a mejorar su calidad de vida, a aumentar
su autoestima enfrentando sus problemas.
Y también
hago uso de la regresión hipnótica porque, conforme a todo lo dicho, no me
parece de recibo negar que la reencarnación puede ser (¡¿quién sabe?!) una
alternativa natural y antropológica ante el fenómeno de la muerte.
Por último,
adelanto que existen cuatro enfoques principales para acercarnos al estudio y exploración de
la hipnosis y las regresiones, pero os
los explicaré en la siguiente entrada de este blog.
Hasta
entonces, os dejo la cuarta grabación con una regresión hipnótica. Es una
búsqueda del niño interior. Como siempre, os animo a probar y a que me contéis
qué tal os ha ido.
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