No en vano
todos los grandes de la Psicología, Psiquiatría, Neurología y ciencias afines
de una forma u otra la han practicado: desde Charcot en el Hospital de La
Salpetriere en París, pasando por Bernheim y Liebault en La clínica de Nancy o
por nuestro premio Nobel de Medicina, D. Santiago Ramón y Cajal (hipnotizaba a
su esposa en la preparación al parto), sin olvidar a Sigmund Freud, Janet, Jung
o hasta el eminente cirujano bilbaino Dr. Areilza (este doctor utilizaba la
hipnosis en traumatizados de los accidentes mineros). Todos los grandes de la
ciencia de la mente han practicado la hipnosis.
La voz suave y monocorde del hipnólogo va sugiriendo a su paciente, que
se encuentra tumbado y relajado en un cómodo sillón, envuelto en un ambiente
tranquilo: “ahora te vas adormecer más profundamente, escuchando el eco de mi voz”.
Al mismo
tiempo la persona mira un objeto brillante situado por encima del nivel de sus
ojos: “te vas a relajar y adormecer
más y más profundamente, accediendo a los recursos de tu mente inconsciente, porque toda persona tiene a nivel
inconsciente todos los recursos que necesita para…”.
El paciente
pestañea y ya no tiene ganas de nada, ni siquiera de levantar los pesados
párpados, ni de liberar su cerebro que se encuentra entumecido y somnoliento. Algunas
veces siente una pesadez agradable en los párpados mientras que su respiración
se vuelve más profunda y relajada, rítmica y lenta… y la voz sigue que sigue,
insistiendo.
Esa voz
cálida, penetrante, unida al prestigio del operador que comienza la sugestión
hipnótica: “desde este momento tu
cuerpo experimentará unas agradables sensaciones de paz y tranquilidad, curando
y sanando, siente e imagina toda esa zona sanada, aliviada”.
Y, con un proceso más trabajado, algo más extenso que este ejemplo que
acabo de exponer, pero así funciona la hipnosis en psicoterapia.
Me viene ahora a la memoria lo que leí una vez sobre un caso de
hipnosis. Fue en 1956
y fue un caso excepcional. La paciente era una mujer inglesa que fue operada en
estado hipnótico. La prensa de la época lo comentó ampliamente. El cirujano había
trazado en el abdomen de esta mujer hipnotizada un cuadrado imaginario de
veinte centímetros, respecto del que le dijo: “tu vientre quedará insensible, el entumecimiento se producirá dentro
de los límites que estoy trazando, dentro de este cuadrado tú no sentirás nada,
no sentirás dolor alguno”. Y la operación se realizó sin el más mínimo
contratiempo.
Con todo
esto no quiero presentar la hipnosis como una varita mágica. Pero lo cierto es que
somos más, algo más que lo que la ciencia nos ha dicho o nos dice que somos.
La hipnosis
es una herramienta para la modificación de hábitos y conductas que ya no nos
sirven, así como para la optimización de recursos que aporten un nuevo patrón
de comportamiento, una nueva creencia, la creencia de que podemos y debemos
dirigir nuestras vidas. Defiendo firmemente que, si no las podemos dirigir, no
somos personas, somos... Bueno, no lo sé. Cada cual debe investigarlo por sí
mismo.
Si hay
personas que leen este blog, estupendo. Si, además de leerlo, les motiva a
explorar el apasionante mundo de la hipnosis, enhorabuena… ¡les deseo mucha
suerte!
Un saludo a
todos
Por cierto,
que a los que no leen estos escritos… ¡mucha suerte también!
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